viernes, 2 de marzo de 2012

Basta ya.

Nos hemos convertido en los perros domesticados de nuestro dueño, el dinero. Ya no nos creemos lo que nos dicen de que algunos perros ladran a su dueño y nos limitamos a menear el rabo cada vez que él se acerca y abrimos la boca una vez al mes para recibir la dosis de metadona estipulada que nos prometieron (nuestros queridos sindicatos, del crimen), y que cada vez está más racionalizada.
Oímos música pero no sabemos donde. Nos han privado de nuestros sentido y nos han impuesto sólo uno, el del trabajo. Marx se estará removiendo en su tumba al ver como el ser material se vende de esta forma ante el yugo de un capitalismo hortera y subasta a precio de circo el fruto de su trabajo.
Somos cerillas alimentadas por el alentador fuego de un capitalismo mediocre que utiliza trabas como "desarrollo" o palabras similares para mantenernos a raya. Y lo sabemos. Y estamos cansados. Pero pedimos a voces y a gritos y a ostias nuestra llamarada mensual. Y con ella ardemos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario